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Ícaro y su padre Dédalo son prisioneros en la isla de Creta dominada por el rey Minos, quien controla las aguas y la tierra. Dédalo fabrica alas para escapar en secreto: indica a Ícaro que no volara demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado al ras porque el burbujeo del océano humedecería las alas y no podría elevarse. Icaria, de Santino Cortés, recrea el vuelo y desplome en el mar del joven asediado por el abrasante sol que derrite el barniz de las plumas laterales erigidas por Dédalo. Tres apartados conforman este cuaderno de versos estructurado como un viaje iniciático: “Escape, “Ascenso” y “Caída”. Lacrueldad del mes de abril, el ardor de peces en la lluvia sobre el vergel, murmullos citadinos, intervalos estancados, cansancios, desagravios, pasiones ausentes, talismanes, dibujos y la aspiración de Sísifo. Voz que nombra sobre ondulaciones de un río insomne, bruñido por sombras y dibujado en el reflujo de esta Icaria-mundo donde zozobramos a diario. Hay en estos folios una pesquisa por los ancladeros perdidos de la ternura como salvación posible; el lector entra a un horizonte de metáforas y alusiones errantes en que una muchacha danza sobre las ruinas del amor. “Me gusta imaginar / que puedo ponerme a bailar, /con los pies enredados, / con la sonrisa en alto; / derrotado, pero de pie”: clama este Ícaro contemporáneo.Carlos Olivares BaróLa poesía de Santino Cortés posee una intensidad y una garra inusuales en un poeta tan joven. Directa, golpeante, precisa, sin lastres. Estoy seguro que con el tiempo será aún más estremecedora.Pedro Juan Gutiérrez